martes, 18 de marzo de 2008

HERMAN HESSE


Quería tan solo intentar vivir lo que tendía a brotar espontáneamente de mí.
¿Por qué había de serme tan difícil?

lunes, 17 de marzo de 2008

¿Existió realmente Platero?

Empecé a escribir "Platero" hacia 1906, a mi vuelta a Moguer después de haber vivido dos años con el jeneroso Doctor Simarro. El recuerdo de otro Moguer, unido a la presencia del nuevo y mi nuevo conocimiento de campo y jente, determinó el libro. Entonces, yo iba mucho por el pueblo con mi médico, Luis López Rueda y vi muchas cosas tristes.

Primero lo pensé como un libro de recuerdos del mismo estilo que "Las flores de Moguer", "Entes y sombras de mi infancia", "Elejías andaluzas". Yo paseaba en soledad en companía con Platero, que era una ayuda y un pretesto, y le confiaba mis emociones.

Muchas personas me han preguntado si Platero ha existido. Claro que ha existido. En Andalucía todo el mundo, si tiene campo, tiene burros, además de caballos, yeguas, mulos. El burro llena servicio distinto que el caballo o el mulo, y necesita menos cuidado. Se usa para llevar cargas menores en los paseos de campo, para montar a los niños cansados, para enfermos, por su paso. Platero es el nombre jeneral de una clase de burro, burro color de plata, como los mohínos son los oscuros y los canos, blancos. En realidad, mi "Platero" no es un solo burro sino varios, una sínteis de burros plateros. Yo tuve de muchacho y de joven varios. Todos eran plateros. La suma de todos mis recuerdoscon ellos me dio el ente y el libro.

Adolescente, yo prefería mi caballo "Almirante", que me dio tanto goce, entusiasmo y alegría, con el que vi tantos amaneceres, tantas siestas y tantos crepúsculos, tormentas y aguaceros, campos familiares y montes estraños. Luego, cuando se compró para mí la finca de Fuentepiña, preferí el burro para andar por el campo. Yo no iba sobre el burro, el burro me acompañaba. Para ir así es más compañero el burro que el caballo, aunque sea más hermético y más huido. Pero es más paciente y más humilde.

Vuelto yo a Madrid, 1912, Francisco Acebal, director de "La Lectura", que leyó algunos de mis manuscritos, de "Platero", me pidió una selección para su Biblioteca de Juventud". Yo no le toqué, como digo en la nota preliminar de este librillo, a lo escojido para él. Yo (como el grande Cervantes a los hombres) creía y creo que a los niños no hay que darles disparates (libros de caballerías) para interesarles y emocionarles, sino historias y tarasuntos de seres y cosas reales tratados con sentimiento profundo, sencillo y claro. Y esquisito.

No es, pues, "Platero", como tanto se ha dicho, un libro escrito sino escojido para los niños.

Ahora lo tengo ordenado en otra forma: tres partes.

Primer Platero, Platero mayor, Último Platero. Y lo he correjido de modo natural y directo, quitando gualdos, cuales, etc., allanándolo más.