miércoles, 17 de octubre de 2007
MI MOGUER
" Te llevaré, Moguer, a todos los países y a todos los tiempos. Serás por mi, pobre pueblo mío, a despecho de los logreros, inmortal ..."
"Y el pueblo se hará nuevo cada año; y en el rincón aquel de mi huerto florido y encalado, mi espíritu errará nostaljico..."
Ayer, trasteando, pude encontrarme con Manuel de Diego Flores en su blog: mi-moguer.blogspot, lugar que recomiendo visiteis.
Quiero agradecerle la oportunidad que me brinda para mostrar parte de su obra en mi intersticio de la red.
Gracias, Manuel, por tu sensibilidad y por tu profundo amor a una tierra y a una manera de entender la vida.
jueves, 11 de octubre de 2007
miércoles, 10 de octubre de 2007
¡Ya se arreglarán los sueños,
Hoy para encontrar el amigo,
para olearse en los dos ríos,
para hablar con duras mujeres;
hoy para irisarse de césped,
para ventear a caballo,
para silbear en el árbol,
para acerarse en las montañas,
para huir por las luces anchas
perdido entre glorias ruidosas...
Hoy para la gran tensión fresca
de un vivir sin casa ni venda.
¡Ya se ordenarán los sueños,
mañana se ordenarán!
¡Hoy, a romper y a cantar!
jueves, 4 de octubre de 2007
Veníamos los dos, cargados, de los montes: Platero, de almoraduj; yo, de lirios amarillos.
Caía la tarde de abril. Todo lo que en el poniente había sido cristal de oro, era luego cristal de plata, una alegoría, lisa y luminosa, de azucenas de cristal. Después, el vasto cielo fue cual un zafiro transparente, trocado en esmeralda. Yo volvía triste...
Ya en la cuesta, la torre del pueblo, coronada de refulgentes azulejos, cobraba, en el levantamiento de la hora pura, un aspecto monumental. Parecía, de cerca, como una Giralda vista de lejos, y mi nostalgia de ciudades, aguda con la primavera, encontraba en ella un consuelo melancólico.
Retorno... ¿Adónde? ¿De qué? ¿Para qué?
Pero los lirios que venían conmigo olían más en la frescura tibia de la noche que se entraba; olían con un olor más penetrante y, al mismo tiempo, más vago, que salía de la flor sin verse la flor, flor de olor sólo, que embriagaba el cuerpo y el alma desde la sombra solitaria.
—¡Alma mía, lirio en la sombra!—dije.
Y pensé, de pronto, en Platero, que aunque iba debajo de mí, se me había, como si fuera mi cuerpo, olvidado